jueves, 20 de enero de 2011

¿Adios?

Las despedidas tienen  la virtud de ponerme nerviosa. Nunca sé qué decir, quiero que pasen cuanto antes, pero intento grabar en mi mente la cara, los gestos y la voz de la persona a quien despido. Luego me voy, y me vienen las palabras que tendría que haber utilizado, aquello que nunca le dije y debería decirle. No, no soy buena diciendo adiós; parezco fría y distante, cuando en realidad quiero irme pronto para llorar la ausencia.
He pasado por despedidas duras en mi vida, pero las más duras han sido aquellas en las que no he podido despedirme en persona; todavía hoy están presentes sin que pueda decirles adiós, y eso me mata. ¿Cómo habrán pasado sus últimos momentos?, ¿habrán pensado que no estuve a su lado?, ¿habrán perdonado mi ausencia?... Sé que tengo que decirles adiós, dejarles marchar, pero el mismo dolor que me produce el no haber estado allí, es el que me consuela. ¿Contradictorio?, tal vez.
Saber decir adiós en el momento oportuno, con las palabras adecuadas es algo que todos deberíamos saber hacer. No quedarnos con el sabor amargo de la despedida, sino con la alegría de haber compartido nuestro tiempo con el otro; con la dicha de que el otro haya compartido su tiempo con nosotros.
Y auque suene a despedida, esto sólo es una reflexión en voz alta. No me voy, de momento, aunque a estas alturas ya sé que todo tiene su fin. Pero todavía no ha llegado el momento de despedirme de EducArt-e; aún hay un montón de cosas que quiero decir, aún hay un montón de vidas que quiero vivir.
Por eso sólo diré hasta luego; porque voy a volver, porque tengo que volver, porque quiero volver.
¡Hasta pronto! Os dejo con el Vals del Adiós de Chopin.








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